A finales de ese siglo y especialmente durante el XVII, los dedales de plata se popularizaron de manera que la moda de regalarlos, incluyendo alguna inscripción, se estableció en casi todos los países.
La primera de estas piezas de la que se guarda registro, es un dedal alemán con una inscripción que traducida al castellano dice: "A este recuerdo van unidos mis mejores deseos".
Pero parece claro que la costumbre de regalar dedales como recuerdo se inició mucho antes.
En general, no se consideraba muy correcto que un caballero regalase a una dama objetos muy personales, como un perfume o una pieza de joyería, pero los dedales servían perfectamente para esos propósitos, ya que eran permitidos por las reglas de etiqueta vigentes en aquella época.
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